
Nuestra Señora de los Dolores
El título de María como Nuestra Señora de los Dolores proviene de la Presentación del Señor en el Templo, durante la cual el profeta Simeón le dice a María: «Y a ti misma, una espada te traspasará» (Lucas 2,35). Según la Tradición, María sufrió siete dolores en su vida, comenzando con la profecía de Simeón. Los otros seis dolores son la huida a Egipto, la pérdida del niño Jesús en el Templo, el encuentro con Jesús cargando su cruz, la crucifixión, la recepción del cuerpo de Jesús de la cruz y su sepultura.
Junto a la cruz de Jesús estaba su madre María, que conoció el dolor y fue Señora de los Dolores. Ella es nuestra patrona especial, una mujer que soportó mucho que no pudo comprender y que se mantuvo firme. A sus numerosos hijos e hijas, cuya devoción debería llevarlos a menudo a su lado, les habla mucho de esta cruz diaria y de su esperanza diaria. (Constituciones , 8:120)

San José
Como hermanos de Santa Cruz, recurrimos a San José como modelo de una vida humilde, vivida para Dios y para el prójimo en pobreza, castidad y obediencia. Al vivir su vocación como esposo de María y padre adoptivo de Jesús, San José se mantuvo inquebrantable en su lealtad, fiel a su misión y abierto desinteresadamente a la voluntad de Dios. Siguiendo su ejemplo, buscamos ofrecer nuestras vidas a Dios y al prójimo con la misma lealtad, fidelidad y generosidad.
El espíritu religioso consiste en el conocimiento y amor por los deberes de la propia vocación y tiene como efecto hacernos crecer en el amor por ella, cumplir sus obligaciones con exactitud y defender como es debido su honor e intereses. Las disposiciones que acabo de mencionar nunca fueron mejor ilustradas que por nuestro glorioso patrono, San José. (Beato Basilio Moreau)

Sagrado Corazón de Jesús
Como sacerdotes de Santa Cruz, encontramos nuestro modelo de caridad sacerdotal en el Sagrado Corazón de Jesús, ese corazón traspasado en la cruz por la lanza del soldado, la prueba definitiva de que Jesús lo ofreció todo por nosotros. Imitándolo a él, también nosotros buscamos ofrecerlo todo al entregar nuestra vida al servicio del Pueblo de Dios. Especialmente mediante la administración de los sacramentos, esperamos que la sangre y el agua que brotaron del Corazón traspasado de Cristo sigan vivificando nuestro mundo.
El Sagrado Corazón de Jesús es la fuente principal de los afectos de Nuestro Señor y el centro de las virtudes más perfectas que jamás hayan existido: un verdadero tesoro de sinceridad, inocencia, pureza, mansedumbre, paciencia y humildad. En una palabra, el Corazón de Jesús es un espejo viviente de las más admirables perfecciones humanas y de los dones más selectos de la gracia. (Beato Basilio Moreau)